…con rumbo hacia Normandía, no hice otra cosa que pensar en lo que me esperaba en aquel lugar, desconocido para mi y muy nombrado por los altos cargos estadounidenses.
A día de hoy, en mi memoria no hay constancia del día que partí de mi querida patria para ser arrojado por un paracaídas en este infierno en vida.
Capas que del día no me acuerdo, pero me acuerdo perfectamente de que iba acompañado por muchos otros soldados rasos, que poco a poco fuimos entablando un diálogo cordial, a medida que el avión se aproximaba a la ansiada Normandía. Pero querida madre, la estrategia no fue solo aérea, como tu sabrás, también fue marítima, ya que se tenía planeado desembarcar en Normandía a la vez que nos arrojaban en paracaídas en territorio más adentrado. Y así fue, una vez sobrevolando la costa francesa y kilómetros más adentro, nos tiramos del avión y abrimos el paracaídas a escasos metros del suelo. Mi pelotón estaba compuesto por 10 hombres, de los cuales 5 éramos soldados rasos, otros 3 eran tenientes y los dos restantes médicos. Sin todavía haber tocado el suelo, ya desde el aire, veíamos como todo el territorio en el cual minutos más tarde íbamos a pisar, estaba plagado de los famosos nazis con sus respectivas armas y lanzaderas. Minutos más tarde, tocamos suelo y lo primero que hicimos fue buscar un refugio donde poder protegernos e idear una estrategia contra los nazis. Por suerte, avistamos una roca gigante y corrimos hacia ella. Una vez cubiertos, cada uno se sacó la mochila de los hombros y revisó que artilugios o mejor dicho armas tenía equipada consigo. Cada uno tenía armas de distintos calibres, ami me toco una metralleta de un calibre que ya no me acuerdo y también venía equipado con las correspondientes municiones y con granadas. El medico, por supuesto, tenía un kit medico al igual que una metralleta. Cada uno al terminar de revisar su correspondiente equipamiento, empuño su arma, en mi caso la metralleta y mientras uno vigilaba, los otros planeábamos una estrategia de fuego. Apenas habíamos empezado a hablar cuando de repente, empiezan a dispararnos a discreción. Ante la desesperación de no poder asimilar la situación que estábamos viviendo, decidimos salir al descubierto y correr hacia ellos disparando también a discreción. Salimos todos juntos, como una estampida de caballos corrimos hacia ellos a medida que disparábamos. Segundo a segundo veía como caían los nazis a causa de nuestros disparos pero también ya habíamos perdido a 6 de los nuestros en la carrera. Ya solo éramos cuatro, y cuando ya no podíamos seguir en la carrera, decidimos por nuestra inferioridad numérica, rendirnos y tirar nuestras armas. Estábamos rodeados por esos apestosos nazis y a pesar de no representar ninguna
amenaza para ellos, mataron a sangre fría a mis compañeros, cada uno con más de 5 balazos, como si con uno no alcanzase. Y te juro madre que en ese momento dese que me matasen ami también, pero no lo hicieron por pena, por que me veían cara de soldadito bueno y obediente, con lo cual, en ese momento, comienza mi secuestro por los nazis.
Fuentes:
1 comentario:
Muy buen y generoso aporte...
Publicar un comentario